Después de desayunar bajamos nuevamente a la parada de autobús que había delante de nuestro alojamiento, aunque esta vez sería el autobús 204 el que nos llevaría hasta Kinkakuji-michi, el punto de partida para conocer uno de los monumentos más célebres de Japón: el templo Kinkakuji o Pabellón Dorado.
EL TEMPLO KINKAKUJI
Más conocido como el Pabellón Dorado, este complejo ubicado en las colinas del noroeste de Kioto, se construyó para ser la villa de descanso del shōgun Ashikaga Yoshimitsu.
Posteriormente, en el año 1408, su hijo lo transformó en un templo budista zen cuyo nombre original era Rokuon-ji, “el templo del jardín de los ciervos”.
El nombre del pabellón ya da idea de lo que podemos encontrar allí, y es que las dos plantas superiores están recubiertas de unas láminas de oro puro llamadas pan de oro.
Cada piso representa un estilo diferente de arquitectura, desde el samurái al zen de la planta superior, cuyo techo está coronado por un fénix chino dorado. En su interior (no abierto a las visitas) se guarda una colección de reliquias de Buda.

Sin embargo, la historia que se esconde detrás del templo Kinkakuji no es ni mucho menos tan esplendorosa. Durante la guerra Onin fue quemado en numerosas ocasiones, pero ningún incendio fue tan dramático como el que ocurrió en 1950 a manos del monje Mizoguchi.
Hijo de un monje budista, Mizoguchi se crió escuchando los relatos de su padre acerca de un Pabellón de Oro rodeado por un hermoso jardín. Cuando creció fue enviado a la escuela, donde era objeto de burla de sus compañeros a causa de su complexión débil y su tartamudez.
El rechazo y el desprecio de la mujer que amaba hicieron que incluso llegara a desear la muerte. Esto, unido al adulterio de su madre del que fue testigo, marcó el inicio de sus desequilibrios mentales.
Mizoguchi quería ser monje, así que cuando su padre le llevó por primera vez al templo Kinkakuji, le pidió al prior del monasterio que se ocupara de su educación.
Sin embargo allí su vida tampoco mejoró. Cada vez más obsesionado con el Pabellón de Oro, empezó a pensar en su destrucción a causa de un bombardeo.
Pero el bombardeo no ocurrió, y Mizoguchi, que no soportaba ver cada día la belleza del pabellón contra su propia fealdad, decidió incendiarlo.

Pero el Pabellón Dorado, al igual que el ave fénix que remata su cúspide, resurgió de sus cenizas y se reconstruyó en 1955, cuya estructura puede verse en la actualidad.
El estanque que se encuentra delante del templo Kinkakuji, conocido como Espejo de Agua, no podría tener un nombre más apropiado.

Las islas y piedras que hay en el estanque representan la historia de la creación budista. Nada está colocado por casualidad, cada árbol está podado a conciencia para que la visión del conjunto sea estéticamente perfecta. Y toda esta perfección se refleja en el Espejo de Agua, que no hace sino multiplicar la belleza del templo Kinkakuji.
Te aseguro que las fotos no le hacen justicia ¡Tienes que verlo!
El templo Kinkakuji abre todos los días del año de 9:00 a 17:00
Precio: 400¥
MEDITANDO EN EL JARDÍN DEL RYOAN-JI
Muy cerca de allí, a unos 15 minutos caminando, se encuentra otro templo budista famoso por su jardín de rocas. Se trata del Ryoan-ji.
“El templo del dragón tranquilo y pacífico”, es un templo budista zen que también forma parte de la lista de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Fundado en 1450, es conocido por albergar unos de los jardines secos o karesansui más famosos del mundo.
Al final del recinto se encuentra una escalinata de piedra que conduce al salón Hojo, en cuyo interior habremos de descalzarnos para contemplar el jardín.

¿Y por qué es tan famoso este jardín? A primera vista encontramos un jardín rectangular compuesto por musgo, rocas y grava rastrillada. En total hay 15 rocas dispuestas en grupos de 3, en los que siempre hay una piedra que destaca sobre las demás.

Su diseñador no dejó ninguna explicación sobre su significado, por lo que durante siglos se ha intentado descubrir la razón de su belleza y de su armoniosa composición.
Algunas interpretaciones sugieren que se trata de un tigre cruzando un estanque, otras que son islas en medio del mar, o incluso que el jardín representa el concepto abstracto del infinito. Hay tanto misterio en torno a su significado, que hasta la Universidad de Kioto realizó un estudio en 2002.
Mediante ordenadores buscaron formas utilizando el espacio vacío del jardín, y el resultado es que encontraron el patrón oculto de un árbol. Por esa razón dicen que es tan placentero contemplar el jardín, porque nuestro subconsciente capta el árbol sin que nos demos cuenta. Lo curioso es que esta misma investigación descubrió que al mover una roca se rompía la armonía del conjunto.
Sea cual sea el significado del jardín del Ryoan-ji, lo cierto es que relaja contemplarlo durante unos minutos. Supongo que esa era la finalidad que buscaba su creador, y que cada cual interprete lo que quiera.
Antes de abandonar el Ryoan-ji, merece la pena dar un paseo alrededor del lago. Un espacio encantador cubierto por nenúfares en el que se pueden descubrir pequeños templos ocultos por la vegetación y puentes que conducen a templetes escondidos que bien merecen una visita.


El templo Ryoan-ji abre todos los días del año de 8:00 a 17:00 (de marzo a noviembre) y de 8:30 a 16:30 (de diciembre a febrero)
Precio: 500¥
EL TEMPLO NINNA-JI, UNA SORPRESA EN EL CAMINO
A esas horas de la mañana ya apretaba el calor. El cielo encapotado con el que habíamos amanecido había desaparecido dejando paso a un cielo que se iba despejando por momentos. El bochorno hacía hecho acto de presencia, así que tuvimos que hacer una parada técnica para comprar bebidas.
Una de las cosas que más me gustan de Japón son sus máquinas expendedoras de refrescos. Tienen infinidad de sabores y lo curioso es que se pueden encontrar en casi cualquier sitio, incluso en un templo escondido. Vamos, que quien se deshidrata en Japón es porque quiere.

Ya con energías renovadas, emprendimos la marcha hacia otro de los templos ubicados en la zona noroeste de Kioto y muy cercano al anterior, el Ninna-ji.
El templo Ninna-ji fue fundado en el año 888 por el emperador Uda, quien se convirtió en su primer jefe sacerdotal. Durante siglos, un miembro de la familia imperial solía servir en el templo con esa función, continuando así con la tradición. Sin embargo, ninguno de los edificios originales ha sobrevivido, ya que los más antiguos datan de principios del Periodo Edo, hacia el año 1600.

En el extenso complejo del Ninna-ji se puede encontrar una pagoda de 5 pisos, numerosos templos, casas de té, y extensos jardines que alcanzan su máximo esplendor con el florecimiento de los cerezos en primavera.


El templo Ninna-ji abre todos los días de 9:00 a 17:00 (hasta las 16:30 de diciembre a febrero)
Precio: 500¥ (entrada a los edificios del palacio Goten). El resto del recinto es gratis excepto en la floración de los cerezos que cuesta otros 500¥
ARASHIYAMA Y SU BOSQUE DE BAMBÚ
Nuestra última visita del día era la zona de Arashiyama, en las montañas occidentales.
Para llegar hasta allí tendríamos que coger el autobús 10 hasta Yamagoe-Nakacho, y después el autobús 11 hasta la parada de Arashiyama-Tenryuji-mae. Esto no debería ser un problema para unos “expertos” como nosotros en el arte de coger autobuses japoneses, pero cuando estábamos montados en el autobús 11 nos dimos cuenta de que de repente ya no seguía el orden de las paradas y nos empezamos a mosquear.
Cuando le preguntamos al conductor por nuestra parada nos dijo (o creímos entender) que el autobús no pasaba por allí, así que en la siguiente parada nos bajamos junto a una familia de japoneses con el plano en mano y la misma cara de extrañados que nosotros. Bueno, si esto le pasa a unos japoneses que entienden el idioma… nosotros tenemos excusa ¿no?
Ya reubicados en el autobús que iba en sentido contrario, y con más hambre que el perro de un ciego, llegamos a Arashiyama. El autobús nos dejó delante del templo Tenryu-ji, en la calle más turística de Kioto que habíamos visto hasta la fecha, llena de gente, tiendas y restaurantes.
Lo primero que hicimos fue buscar un sitio para comer, así que sin mucho pensar nos metimos en una clásica taberna japonesa que nos recordaba a los dibujos animados que veíamos de pequeños, camareros incluidos. La sorpresa fue que a pesar de estar en una zona tan turística, la comida resultó bastante barata.
Después de comer nos dirigimos al templo Tenryu-ji. Este templo budista fue construido en 1339 en el antiguo emplazamiento de la residencia del emperador Go-Daigo, después de que un sacerdote soñara que un dragón surgía de un río próximo. Esto se interpretó como una señal de que había que apaciguar el espíritu del emperador y de ahí su nombre, “el dragón celestial”.
El templo Tenryu-ji abre todos los días de 8:30 a 17:30 (hasta las 17:00 de octubre a marzo)
Precio: 500¥
Nosotros ya habíamos cubierto nuestro cupo diario de templos así que dimos una vuelta por el exterior y nos dirigimos hacia el bosque de bambú de Arashiyama.
Muy cerca del templo Tenryu-ji se encuentra un caminito flanqueado por bambúes tan altos que casi no dejan pasar la luz del sol. Aunque a esas horas de la tarde había tanta gente que le restaba encanto, mereció la pena dar un paseo por un bosque diferente a los que estamos acostumbrados en nuestras latitudes…


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Enhorabuena por este diario de viaje, nos ayuda mucho a quienes estamos organizando nuestro viaje a Japón:) Nosotros también habíamos pensado hacer el mismo día el templo dorado + Ryōan-ji + bosque de bambú pero no teníamos claro cómo ¿primero el bosque de bambú y después ir hacia Ryōan-ji o al revés? Después de leer el post, me gustaría saber si la combinación de autobús 10 y 11 es la mejor forma de llegar, a pesar de lo que os pasó.
¡Mil gracias!
¡Hola Ana, bienvenida!
Pues empezar por un sitio o por otro es cuestión de gustos. Nosotros recomendamos empezar viendo el templo dorado porque en nuestra opinión es de los más bonitos de Kioto y cuanto menos masificado esté, más lo disfrutaréis. Entre el templo dorado y el Ryōan-ji hay unos 10-15 minutos caminando, y entre el Ryōan-ji y el Ninna-ji otros 10-15 minutos. Es un trayecto bastante asequible para hacer caminando (en cuesta, eso sí) pero también se puede hacer en autobús (línea 59).
Para ir al bosque de bambú desde los templos de la zona norte hay que coger transporte público sí o sí. Si no han cambiado las rutas, las líneas 59, 10 y 26 van hasta Yamagoe-Nakacho. Allí hay que hacer trasbordo y coger la línea 11.
Otra opción es coger el tren de la línea JR Sagano line hasta la parada Saga Arashiyama. Tiene varias paradas por el centro pero lo podéis coger en Kyoto station. Desde el centro de Kioto también se puede ir hasta Arashiyama en el bus de las líneas 28 y 93.
Espero haberte aclarado un poco las dudas…
¡Gracias a tí, que el objetivo de esto es compartir información y ayudar a futuros viajeros!