Koyasan o el Monte Koya es un complejo monástico situado en lo alto de una montaña en la prefectura de Wakayama, al sur de Osaka. Desde que en el siglo IX el monje budista Kobo Daishi fundara allí la escuela de Budismo Shingon (una de las más importantes de Japón), Koyasan se convirtió en uno de los centros espirituales y de peregrinaje más importantes del país. Lo que traducido quiere decir que podemos experimentar cómo es eso de dormir en un templo budista en Koyasan.
Dicen que en los últimos años el turismo masivo ha sido el causante de que Koyasan perdiera parte de su espiritualidad, pero aún así no queríamos perder la oportunidad de disfrutar de un complejo de templos rodeados por un excepcional entorno natural, y lo más importante, tener la oportunidad de alojarnos en un templo budista y compartir el día a día de los monjes.
Pero la peculiar ubicación de Koyasan, a 900 metros sobre el nivel del mar y escondido entre montañas, hace que llegar hasta allí sea toda una aventura. Una vez más la web de Hyperdia nos salvó la vida, ya que con los horarios impresos pudimos seguir paso a paso las “instrucciones” que nos llevaron a hacer innumerables trasbordos y cambios de estación hasta llegar a Koyasan.
¿CÓMO IR DESDE OSAKA A KOYASAN?
El punto de partida de los trenes que salen hacia Koyasan es la estación de Osaka-Namba. Nosotros nos alojábamos en Kobe, así que tuvimos que hacer el check out bastante temprano y hacer caso omiso del desayuno para salir disparados hacia la estación. Para que te hagas una idea, en aproximadamente hora y media cogimos 5 trenes diferentes:
Kobe station → Sannomiya → Shin-Kobe → Shin-Osaka → Tennoji → JR Namba
Afortunadamente todo este tramo (excepto el metro desde Sannomiya hasta Shin-Kobe) está cubierto por el abono JR Pass.
La estación de Osaka –Namba es un enorme espacio cubierto lleno de tiendas, supermercados y restaurantes. La estación de JR Namba en la que nos habíamos bajado está prácticamente unida a Osaka-Namba, y apenas se tardan 10 minutos andando.
Como llegamos a las 9:23 exactamente, y nuestro próximo tren salía en una hora, aprovechamos para sacar dinero en un cajero y comprar unos bollos para desayunar en una pastelería que haría peligrar cualquier dieta. En un supermercado anexo también compramos unos sándwiches por si en Koyasan no encontrábamos un lugar para comer.
A pesar de tener una hora libre al final tuvimos que espabilar para coger el tren, y es que la estación de Osaka-Namba es inmensa y de ella parten varias líneas de tren, aunque a su favor hay que decir que todo está perfectamente indicado y no tuvimos más que seguir los letreros que indicaban “Nankai line”.
La Nankai line es una línea privada que une la estación de Namba con Gokurakubashi, a los pies de Koyasan. Al ser privada el abono JR pass no sirve, y hay que pagar el trayecto aparte.
Si vas a hacer noche en Koyasan una buena opción es comprar un combinado llamado “Koyasan World Heritage Ticket” que incluye el trayecto en tren ida y vuelta (desde/hasta las estaciones de Namba, Shin-Imamiya y Tengachaya) + trayecto ida y vuelta en teleférico (cable car) desde Gokurakubashi hasta Koyasan + trayectos en autobús en Koyasan. También incluye pequeños descuentos en algunos monumentos y tiendas de Koyasan.
El precio de este ticket combinado es de 2.880¥ por persona.
Cuando llegamos a los andenes de salida de los trenes hasta Gokurakubashi un empleado nos informó de que si nos dábamos prisa podíamos coger un tren anterior…pero con trasbordo. Así que como ya habíamos tenido suficientes trasbordos por ese día, decidimos coger el tren directo de las 10:24 y echar una cabezadita.
A pesar de que el trayecto hasta Gokurakubashi duraba una hora y media no se nos hizo pesado. La primera parte del viaje la pasamos practicando el deporte nacional japonés, es decir, dormir en el tren, y cuando despertamos el tren serpenteaba entre boscosas montañas cubiertas por la neblina ¡Los paisajes que se veían por la ventanilla quitaban el hipo!
Cuando llegamos a Koyasan llovía y la temperatura había bajado, pero era una lluvia finita que nos recordaba al clima del norte de España. Después de coger el teleférico llegamos a la explanada de la que parten todos los autobuses hasta Koyasan, porque aunque el pueblo se encuentra relativamente cerca, está prohibido caminar por la carretera por lo que hay que coger el autobús sí o sí.
Koyasan se podría describir como una larga calle en forma de Y en la que a ambos lados se ubican las casas, tiendas y los más de 50 templos que ofrecen alojamiento a turistas y peregrinos. Encontrar el nuestro no fue tarea fácil, pero finalmente llegamos al Saizenin.
¿MERECE LA PENA DORMIR EN UN TEMPLO BUDISTA EN KOYASAN? NUESTRA EXPERIENCIA EN EL SAIZEN-IN
Lo primero que hay que hacer antes de entrar en un templo es descalzarse. Enseguida apareció un monje a darnos la bienvenida. Como no podíamos hacer el check in hasta las 15:00 nos guardó las mochilas en un cuarto y se ofreció a hacernos una visita guiada por un templo de cientos de años de antigüedad.

Cuando nos preguntó que de dónde éramos y le dijimos que españoles, concretamente de Guadalajara, esperábamos que nos pusiera cara de póker como pensando “¿y eso dónde está?” 😒
Pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando nos preguntó que si Guadalajara tenía origen árabe. ¡Pues sí! Y es que aunque no había estado en España nos confesó que su historia le apasionaba y sabía mucho acerca de ciudades como Ávila o Salamanca.
Lo que son las cosas, viajar hasta la otra punta del planeta para descubrir que un monje budista japonés sabe más de la historia de España que muchos españoles.

Como seguía lloviendo cogimos prestados unos paraguas para salir a descubrir Koyasan. Al estar encajonado entre montañas, es bastante frecuente que las nubes se agarren a los picos y suela llover. Pero lejos de molestarnos eso daba al ambiente un toque más místico.
Poco antes de las 15:00 nos dirigimos hacia el templo para que nos dieran la habitación. Allí nos encontramos con otro monje que nos llevó a nuestra habitación típica japonesa y nos enseñó los baños comunes y el salón donde los huéspedes desayunaban y cenaban.
También nos informó de los horarios del templo: la cena a las 17:30, y el curfew o toque de queda a las 21:00. Y es que no hay que olvidar que un templo budista en Koyasan no es un hotel, y por lo tanto hay que respetar las normas que rigen la convivencia con los monjes.
Después de comer los sándwiches que habíamos comprado en Osaka (ya intuíamos que nos podrían venir bien), Carlos decidió estrenar el futón y yo me fui a conocer el cementerio de Okunoin.
A las 17:30 en punto cruzaba las puertas del Saizen-in y me reunía con Carlos para dirigirme a un amplio salón en el que nos esperaban las bandejas con la cena. Nos sentamos sobre unos cojines en el suelo junto al resto de los huéspedes. Mientras esperábamos a que un monje sirviera el arroz, la sopa de miso y el té, mirábamos y remirábamos todos los alimentos de la bandeja intentando adivinar que eran.

Los occidentales no estamos acostumbrados a sentarnos en el suelo durante mucho tiempo, así que a los 10 minutos teníamos las piernas totalmente acalambradas. Se podría decir que la gastronomía tradicional japonesa no es apta para hacer sobremesas.
Puede que la cena vegetariana que ofrecen los templos budistas no sea del agrado de nuestros paladares occidentales, pero sin duda forma parte de la experiencia de alojarse en un templo budista en Koyasan y como tal merece la pena.
Otro de los atractivos de alojarse en un templo budista en Koyasan es poder compartir la oración de la mañana con los monjes. Aunque cuando suena el despertador a las 6 de la mañana el primer pensamiento instintivo es quedarse “arrebujado” en el futon, no hicieron falta más de unos segundos para darme cuenta de dónde estaba y me levanté como un resorte. Intenté despertar a Carlos pero el poder del futon fue más fuerte que su voluntad y decidió quedarse “sólo unos minutos más” (para que luego digan que en el suelo se duerme mal…)
En la penumbra del amanecer y en completo silencio salí al corredor para dirigirme a la sala de oraciones donde ya había unas 20 personas sentadas en el suelo. Me descalcé y ocupé un lugar en la fila de atrás pero enfrente del altar para no perderme detalle de lo que iba a suceder en unos minutos.
Mientras esperaba me percaté de que todos los allí presentes eran japoneses y de que yo era la única occidental. Enseguida a pareció un monje que dejó un recipiente en el altar y encendió unas varillas de incienso mientras decía algo que obviamente yo no entendí. Posteriormente se dio la vuelta y junto a otro monje empezó a recitar unos sutras en una especie de cántico mientras que el tercer monje tocaba un cuenco de metal a intervalos regulares.
Minutos después una persona sentada en la primera fila se levantaba, se sentaba sobre los talones delante del altar y realizaba una especie de ritual, y así uno a uno hasta que me llegó el turno. Recordando la sabia frase de “allí donde fueres, haz lo que vieres”, me senté delante del altar, junté las manos e incliné la cabeza, cogí una pizca de lo que había en el recipiente (creo que hierbas aromáticas) me lo llevé a la nariz y lo esparcí en el incensario. Volví a repetir el proceso una vez más y me despedí con otra inclinación de cabeza antes de volver a mi sitio. Como la única extranjera allí presente sentí todas las miradas clavadas en mí, pero me gustó la sensación de participar en un ritual tan desconocido para mí.
Los monjes siguieron con su cántico durante 20 minutos. No podía entender nada pero la entonación me recordaba al canto gregoriano, y si no fuera porque cada 10 minutos tenía que cambiar de postura para que no se me durmieran las piernas, hubiese caído en una especie de sopor.
Finalmente el cántico cesó y el monje que había hablado inicialmente se volvió a dirigir a los espectadores para dar una especie de sermón. Por lo que pude averiguar después, se trataba de algunas enseñanzas budistas, como la de que “ver el vaso medio lleno o medio vacío no depende de las circunstancias, sino de los ojos de quien mira”. Una gran verdad. Cada vez me gusta más esta religión.
Estaba tan embobada con la ceremonia que ni siquiera me di cuenta de que Carlos llevaba un rato sentado detrás de mí. Cuando terminó, nos dirigimos hacia el salón contiguo en el que habíamos cenado la noche anterior para desayunar. Un frugal desayuno en el que el arroz, el té y la sopa de miso eran los protagonistas ya que son la base de la gastronomía japonesa.

Creo que la oración mañanera nos había relajado tanto que no nos dimos prisa ninguna por recoger ni hacer el check out, y por consiguiente perdimos el tren de vuelta que teníamos programado…y el siguiente también ¡Pero sin duda la experiencia de alojarnos en un templo budista en Koyasan había merecido la pena!
Toda la información sobre el monte Koya y el alojamiento en un shukubo, o templo budista en Koyasan aquí
¿QUÉ VER EN KOYASAN?
Justo enfrente de nuestro templo se encontraba el complejo principal de templos de Koyasan, el llamado Garan. Su nombre proviene del sánscrito y significa “lugar tranquilo y solitario donde los monjes budistas se preparan”.
Los edificios principales que se pueden encontrar en este recinto sagrado son el pabellón Kondo y la Pagoda Konpon Daito. La Gran Pagoda con su color rojo y sus 49 metros de altura, es el centro del complejo monástico fundado por Kobo Daishi.
En su interior se encuentra una estatua del Buda Cósmico Dainichi rodeado por 4 budas y 16 bodhisattvas pintados en los pilares que lo rodean. Su diseño constituye una imagen tridimensional de los mandalas del Budismo Shingon.



El complejo Garan abre todos los días del año y la entrada es gratis.
Los edificios del complejo abren todos los días del año de 8:30 a 17:00 y la entrada cuesta 200¥ cada uno.
Después de cenar salimos de nuevo a dar un paseo por el complejo de templos Garan. A pesar de que serían poco más de las 6 de la tarde era completamente de noche, y los edificios ya estaban iluminados. No había ni un alma y se agradecía pasear y disfrutar de la calma de la noche.



A pesar de todo, Koyasan seguía irradiando espiritualidad.
EL CEMENTERIO DE OKUNOIN, UN LUGAR QUE NO OLVIDARÁS FÁCILMENTE
Okunoin es un cementerio y zona sagrada que se encuentra en el otro extremo de Koyasan. Su entrada principal se encuentra a 30 minutos caminando desde el recinto Garan, y desde el momento en que se pone un pie allí uno se da cuenta de que se encuentra en un lugar especial.

Okunoin es un cementerio budista que no se parece en nada a otros cementerios que haya visto anteriormente. Lejos de parecer un lugar triste y lúgubre, Okunoin más bien parece un bosque mágico en el que no sería sorprendente encontrar seres de otro mundo.

Justo en el momento en el que llegué al puente de Ichinohashi dejó de llover, como si los espíritus me dieran la bienvenida a su mundo. Un bosque de cedros centenarios da cobijo a unas 200.000 tumbas de piedra cubiertas por el musgo que guardan un pedazo de la historia y tradición de Japón.

Me sorprendió no cruzarme con casi nadie por el camino, lo que sin duda hacía el ambiente más especial.
Caminando en un silencio sólo interrumpido por el graznido de los cuervos iba encontrando llamativos elementos como las estupas de piedra de 5 pisos. En ellas aparecen grabadas unas letras en sánscrito que representan los 5 elementos que se enseñan en el budismo: tierra, agua, fuego, viento y espacio.

Pero sin duda lo más impactante eran unas estatuas de piedra con gorritos y baberos llamadas Jizo Bosatsu. Según la creencia Jizo es un espíritu que cuida y protege a los niños muertos y a los no nacidos en la otra vida. Los padres que han perdido un hijo colocan baberos y gorritos al Jizo con la esperanza de que cuide las almas de sus hijos.



El musgo, el olor a tierra mojada, el silencio…a cada paso que daba no podía dejar de repetirme “este lugar es increíble”.



Antes de llegar al Torodo o Pabellón de la Lámparas hay una fila de estatuas llamadas Mizumuke Jizo. Los visitantes derraman agua sobre ellas para rezar por el almas de sus familiares fallecidos.

El sendero empedrado de unos 2 km conduce hasta el Mausoleo de Kobo Daishi, una de las figuras religiosas más reverenciadas de Japón. Sus seguidores no creen que haya muerto, sino que descansa en un estado eterno de meditación hasta que regrese el futuro Buda y pueda interpretar su mensaje divino para la humanidad. Tanto así, que hasta que llegue ese momento se le ofrecen alimentos dos veces al día en su mausoleo.
Okunoin, uno de los lugares más sagrados en Japón y uno de los que más me había impresionado. Me hubiese encantado quedarme horas explorando, pero a las 17:30 tenía que estar de vuelta en el templo y tenía un largo camino por delante.
El cemeterio de Okunoin abre todos los días del año y la entrada es gratis.
El Pabellón de las Lámparas abre todos los días del año de 6:00 a 17:30 y la entrada es gratis.
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MAPA DE KOYASAN
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¿La estancia es gratis?
Hola Irma,
pues no…de hecho tampoco es muy barato que digamos. En nuestro caso decidimos ahorrar en otros alojamientos y darnos un pequeño capricho en el templo budista, y en nuestra opinión mereció la pena. Lo de convivir con los monjes, asistir a sus ceremonias, dormir en futones y probar una cena típica vegetariana, el entorno…fue una experiencia difícil de olvidar.
¡Un saludo!
Cristina, cómo andas?
Cuánto cuesta Hospedarse en el templo? (Creo que no lo mencionas, no?) y cómo lo reservaste.
Gracias!
Hola Pablo,
los precios y opiniones de todos los alojamientos que utilizamos en Japón los puedes leer en este post: http://www.unplanetaporviajar.com/alojamientos-en-japon/
El templo budista en concreto nos costó 29.720 yenes por una noche, en agosto de 2015 (unos 217 euros al cambio) El precio era por una habitación doble con aseo privado (el lavabo, porque los baños son compartidos en casi todos los templos) + desayuno para 2 personas + cena para 2 personas (bebidas aparte)
El precio es un poco caro, pero nos apetecía probar un alojamiento japonés tradicional. Si quieres algo un poco más barato tienes la opción de habitaciones compartidas. Ten en cuenta que son templos budistas y no hoteles, por lo que la comida es vegetariana (lo que comen los monjes) y hay que respetar los horarios y el toque de queda, pero yo creo que esa es la gracia de alojarse en un templo ¿no?
Nosotros lo reservamos por Booking porque nos resultaba más cómodo, pero en esta web tienes todos los templos de Koyasan ordenados alfabéticamente, con información y precios: http://eng.shukubo.net/temple-lodging.html
Espero que te haya servido de ayuda 😉
¡Saludos!
Gracias. Cristina.
¡De nada! 😉
Hola! Con cuanto tiempo de anticipación se debe reservar para dormir en un templo en Koyasan? Voy en Octubre 2023, estoy buscando, pero parece que no hay disponibilidad en ningún lado, puede ser? O aun es muy temprano para buscar para esa fecha? Que paginas puedo usar para reservar? Booking.com no tiene nada disponible. Muchas gracias! Silvana.
¡Hola Silvana!
Efectivamente hay que reservar con bastante antelación. Nosotros reservamos con unos 3 meses de antelación y aún así en Booking no había demasiada oferta.
Esta fue nuestra otra web de referencia: https://eng-shukubo.net/
¡Suerte! 🙂
Un saludo