A menos de una hora de Kioto se encuentra la que fuera primera capital permanente de Japón: Nara. Fundada en el año 710, la soberanía de Nara duró poco debido a que sus monasterios budistas alcanzaron tal poder e influencia que suponían una amenaza para el gobierno, de tal forma que en el año 784 se decidió trasladar la capital a Nagaoka. Años después Nara perdería su importancia en favor de Kioto. Sin embargo, con 8 monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ambas ciudades son hoy en día las guardianas del legado cultural japonés y conservan auténticas joyas…¿Quieres saber todo lo que ver en Nara?
¿QUÉ VER EN NARA?
1- EL PARQUE NARA-KOEN
Uno de los lugares más agradables y en el que se ubican la mayoría de monumentos de Nara es el parque Nara-Kōen. Se puede llegar hasta allí dando un paseo desde las estaciones de Nara JR y Kintetsu Nara.
Si dispones del abono JR pass, indudablemente tu estación de destino es la de Nara JR. Pero si no lo tienes activado como fue nuestro caso, es preferible llegar hasta la estación de Kintetsu Nara ya que está mucho más cerca del parque Nara-Kōen (la estación Nara JR se encuentra a unos 15 minutos de ésta, en el centro de la ciudad)
El trayecto desde Kyoto Station a Kintetsu Nara dura unos 50 minutos y el precio es de 620 ¥/persona.
Justo en la salida principal de la estación Kintetsu Nara nos llamó la atención encontrar un monje budista pidiendo limosna. Estos monjes, que se suelen encontrar en las estaciones y lugares concurridos, se dedican a peregrinar hacia algún templo, viviendo de la generosidad de la gente para proseguir su viaje. A nosotros nos resultó tan curioso que no pudimos resistirnos a contribuir con la causa.

Dejando la estación a la derecha, empezamos a subir por la amplia avenida que conduce hacia el Nara-Kōen hasta que empezamos a ver uno, dos…¡cientos de ciervos campando a sus anchas por el parque!
Casi 1.200 ciervos viven allí en total libertad. Considerados como mensajeros de los dioses según la antigua tradición sintoísta, hoy en día tienen el estatus de tesoro nacional, y no hay duda de que se han convertido en el símbolo de Nara.

Según nos íbamos adentrando en el parque, íbamos encontrando a estos simpáticos animales por todas partes. Ciervos dormitando a la orilla de la carretera, ciervos mendigando comida a los turistas, y ciervos paseando entre los templos como si nada. Ciervos que han hecho de Nara su hábitat natural, y que te miran como diciendo: “nosotros estábamos aquí primero, tú eres el que está fuera de lugar…”

Domesticados por cientos de años de tradición y por el cuidado de los visitantes que los alimentan con galletas para ciervos, las shika-sembei; lo más peligroso que puede ocurrir es que asalten a algún turista despistado en busca de comida. Aunque también los hay que han aprendido a hacer una pequeña reverencia bajando la cabeza para pedirla, y ante semejante espectáculo…¿cómo negársela?


2- TODAI-JI, EL GRAN TEMPLO DEL ESTE
Un gran pabellón aparece en la lejanía. A medida que nos acercamos y vemos el tamaño de las personas que entran en su interior nos vamos dando cuenta de sus verdaderas dimensiones…¡Nada menos que el edificio de madera más grande del mundo! y eso que es un tercio más pequeño que la construcción original.

Si hubiese que definir al pabellón Daibutsu-den con una sola palabra sería COLOSAL. Como colosal fue su construcción en el año 745, porque cuenta la leyenda que se emplearon a más de 2 millones de personas, la mitad de la población de la época.

Pero ¿cuál era la finalidad de construir un edificio de semejantes dimensiones? La respuesta está en su interior. Y es que el pabellón Daibutsu-den guarda uno de las figuras más majestuosas de Japón: el Daibutsu o gran Buda.

Tan imponente como su refugio es esta figura de bronce. No hay más que leer sus medidas: 14,98 metros de altura y 500 toneladas de peso. Su cabeza mide 6,7 metros y su mano abierta es tan alta como una persona.
Es una representación del Buda Dainichi (en sánscrito se le conoce como Vairocana y en japonés como Daibutsu) y según la doctrina Kegon es el Buda cósmico al que se le atribuye la creación de todos los mundos y sus respectivos budas. Sus manos expresan el mensaje “nada que temer” y “bienvenidos”.
El Buda original estaba revestido de pan de oro y su construcción llevó a Japón al borde de la bancarrota. Posteriormente la estatua sufrió terremotos e incendios, y perdió la cabeza un par de veces, por lo que algunas partes tuvieron que ser refundidas. Se cree que fue construido por el emperador Shōmu para proteger a la población de las epidemias.
Alrededor de la cabeza del Daibutsu hay una serie de budas más pequeños que representan cada una de sus 16 manifestaciones, y están colocados de forma que desde el suelo parezca que tienen el mismo tamaño.
En el interior del pabellón también hay dos bodhisattva, uno de los cuales es el de la memoria y la sabiduría y al que los estudiantes rezan con fervor.
Un poco más atrás se encuentran dos estatuas en madera de los protectores del Buda. Se trata del Komokuten o Señor de la Visión Ilimitada, y el Tamonten o Señor que Todo lo Oye.

Pero quizás lo más curioso de todo sea la columna que se encuentra detrás del Buda. En su base hay un agujero de 50 cm de ancho, la medida de las fosas nasales del Buda, y se dice que quien consiga pasar por él arrastrándose alcanzará la iluminación.
La columna es fácilmente reconocible por la fila que hay para pasar por su interior, principalmente niños que entran sin dificultad, pero también algunos adultos insensatos. Y yo, que pertenezco a ese segundo grupo, no pensaba irme de allí sin intentarlo. Que sepas que lo conseguí, aunque a costa de llevarme un par de moratones de recuerdo. Pero es que nadie dijo que conseguir la iluminación fuera fácil.
Y si tienes dudas acerca del tamaño del agujerito, que sepas que hay casos de adultos que se han quedado atascados 😆
La entrada al templo Tōdai-ji es gratis excepto el Pabellón Daibutsu-den que cuesta 500 ¥.
Abre todos los días del año, de 8:00 a 16:30 de noviembre a febrero (en marzo hasta las 17:00); y de 7:30 a 17:30 de abril a septiembre (en octubre hasta las 17:00)
Después de comer y tomar unos helados de té verde matcha, aprovechamos para pasear tranquilamente por el parque sin perder detalle de las “gamberradas” que hacían los ciervos para conseguir comida. Las últimas horas en Nara las dedicamos a dar otro paseo por el Nara-Kōen (un lugar imprescindible que ver en Nara) y por el mercado contiguo a la estación, justo antes de coger el tren de vuelta a Kioto.
Si vas a estar varios días en Kioto, sin duda merece la pena dedicarle un día a Nara. Imprescindible si viajas con niños 😉
¿MÁS COSAS QUE VER EN NARA?
- Museo Nacional de Nara, dedicado al arte budista
- Templo budista Kofuku-ji y su pagoda de 5 pisos
- Jardines Yoshiki-en (gratis para extranjeros)
- Jardines Isui-en
- Santuario sintoísta Kasuga Taisha
- Templos budistas Nigatsu-do y Sangatsu-do
- Aunque más alejado de los templos principales, se puede dar un paseo por el barrio tradicional y entrar en algunas de sus casas

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que pasada, muy interesante la informacion, gracias por compartirla
¡Un placer! 🙂
Me encanta todo lo q sea de Japón!! Fui el año pasado con mi esposo y queremos volver!!
¡Hola Josefa!
Pues fíjate que a nosotros nos pasa igual, de todos los países que hemos visitado Japón es el que nos ha creado más necesidad de volver…Es que tiene algo que engancha ¿verdad? 😉
¡Un abrazo!