Atardecía en Japón, y mientras Carlos se sentaba con las mochilas, yo busqué sitio en la parte delantera del barco. De pronto el ferry se puso en marcha con dirección a una escarpada isla cubierta de vegetación. A lo lejos empezaban a distinguirse unas casas y una diminuta mancha roja que parecía flotar en el mar. Según nos acercábamos se iba apoderando de mí la sensación de dirigirme hacia un lugar especial, mágico. Lo que parecía una mancha roja fue tomando forma hasta convertirse en un enorme torii, el llamado O-Torii o Gran Puerta, la puerta de entrada a la isla sagrada de Miyajima. Pero no pienses que este es el único atractivo de la isla…¡Hay un montón de cosas que ver en Miyajima!
¿QUÉ VER EN MIYAJIMA? 3 LUGARES ASOMBROSOS
Cuando desembarcamos en la pequeña terminal de ferries, buscamos el teléfono de nuestro hotel para que vinieran a buscarnos. Aunque la isla es muy pequeña casi todos los hoteles incluyen un servicio de recogida gratuito, lo cual es muy de agradecer cuando se llega a un lugar nuevo.
Como el número que habíamos marcado no daba señal, Carlos se dirigió al mostrador de información para preguntar si habíamos puesto bien el prefijo, pero la amable empleada llamó directamente desde su teléfono al hotel, facilitándonos la tarea.
Mientras esperábamos en la puerta de la terminal se acercaron a nosotros unos viejos conocidos. Los ciervos sagrados que conocimos en Nara (descubre aquí qué ver en Nara) son también venerados en Miyajima, y al igual que allí campan a sus anchas con total libertad, con la diferencia de que éstos eran más insistentes, y si nos descuidábamos se comían hasta los papeles.

Enseguida apareció el coche para llevarnos a nuestro hotel, el Kikunoya, donde nos registramos y nos acompañaron hasta nuestra habitación en la que teníamos preparadas nuestras yukatas, zapatillas y toallas para disfrutar de los baños públicos que en Japón son toda una tradición. Pero eso sería después, porque estábamos deseando de salir a recorrer la isla.
Mientras oscurecía pusimos rumbo hacia la bahía para ver dos de los monumentos más espectaculares de Miyajima. Las calles estaban desiertas a excepción de los mencionados ciervos, lo cual tiene su gracia, porque se pasean entre las casas como si fueran perros o gatos.

Unos minutos después llegamos al Santuario de Itsukushima, con sus pilares asentados sobre la arena de la playa. Cuando subiera la marea estaría precioso. Desde allí, un camino bordeado por linternas de piedra encendidas conducía hasta el gran torii, un imprescindible que ver en Miyajima.
1- EL GRAN TORII O LA GRAN PUERTA: EL ICONO DE UN PAÍS
Si desde el mar impresionaba, allí delante, contemplándola mientras los últimos rayos de sol se ocultaban tras ella, la visión era imponente. Con sus 16 metros de altura, el actual O-Torii se construyó en 1875, y es el octavo desde el periodo Heian.

Como la marea estaba baja, aún se podía ir a la playa para verlo desde su base, pero el agua reclamaba lo suyo y en poco tiempo volvería a flotar en el mar. El último ferry hacía rato que había partido con los visitantes del día, a excepción de los que nos quedábamos a dormir en la isla.
En ese momento, cuando el silencio y la oscuridad se apoderaban de la isla, se podía sentir su verdadera magia. Una magia que hasta no hace mucho estaba prohibida a los plebeyos, pero hace tiempo que Miyajima, la Isla-Santuario, abrió sus puertas a los profanos.


Cerca del O-Torii, se levantaba una plataforma cubierta por farolillos en la que un grupo de músicos vestidos con kimonos tocaban instrumentos tradicionales.

Continuamos nuestro camino hasta la calle principal para buscar un sitio para cenar, porque aunque era temprano casi todos los locales estaban cerrados, y si nos descuidamos nos quedamos sin cenar. Volviendo por la que parecía la calle principal, desierta a esas horas, nos encontramos un enorme cucharon de madera. Y es que como supimos después, se trata de la cuchara de madera para arroz más grande del mundo. Curioso record ¿no?

Volviendo sobre nuestros pasos por la orilla de la bahía, llegamos de nuevo al O-Torii y al Santuario de Itsukushima, que con la marea alta parecían flotar en el mar. No podría describir la sensación de estar allí sentada bajo las estrellas contemplando aquellas maravillas, sin duda me sentía una privilegiada.

Aunque se puede hacer una excursión de un día desde Hiroshima, la isla de Miyajima es un lugar para visitar de noche. Cuando los turistas desaparecen con el último ferry de la tarde es cuando realmente se puede apreciar el misticismo de la isla.
Un paseo nocturno por Miyajima es una de las mejores experiencias que se pueden vivir en Japón.
Los músicos ya habían recogido y los ciervos dormían acurrucados en cualquier rincón. Pero para nosotros la noche aún no había terminado, porque aún teníamos que disfrutar de uno de esos pequeños placeres japoneses.
🛁 El onsen o el placer del baño
Para los japoneses, los baños públicos u onsen son toda una tradición. En algún lugar leí que ir a Japón y no probar el onsen es como ir a Italia y no probar la pizza. Así que decididos a superar la vergüenza inicial (porque al onsen se va desnudo) nos pusimos nuestras yukatas y cogimos nuestras toallas para cumplir con el ritual.
Hay que aclarar que los onsen propiamente dichos son baños de aguas termales que se encuentran al aire libre, y los sento son baños interiores. Pero en ambos el procedimiento es el mismo.
Hay baños separados para hombres y mujeres. Antes de entrar se deja la yukata, objetos de valor y toalla en una taquilla o cesta, y una vez desnudos se accede a la zona de los baños. Allí hay una especie de tocadores con un taburete y un espejo en los que nos enjabonamos a conciencia. Después nos aclaramos bien con la ducha o por el sistema tradicional, es decir, con cubos de agua.
Una vez limpios ya nos podemos relajar en las piscinas de agua caliente, que en el caso de nuestro hotel eran una interior y otra exterior. Hay que tener en cuenta que el agua está muy muy caliente, por lo que se agradece estar al aire libre y aún así no se aguanta mucho tiempo.
A la salida nos secamos y nos volvemos a poner la yukata. En el vestuario de las mujeres suele haber cremas corporales, cepillos y secador, e incluso te puedes tomar un té, así que como decía ir al onsen es todo un ritual de belleza y una cura de relajación.
Es cierto que al principio da bastante vergüenza, en parte porque no conoces el protocolo y no sabes que hacer, pero sin duda es una experiencia muy recomendable.
Ojo, si llevas tatuajes es posible que te prohíban la entrada al baño. El motivo es que los tatuajes están mal vistos en Japón porque se asocian con la mafia o yakuza, así que mejor preguntar antes de entrar.
2- EL SANTUARIO DE ITSUKUSHIMA
Debido a la costumbre sintoísta de adoración a las montañas, el pico más alto de la isla, el Monte Misen, fue considerado como un lugar sagrado desde tiempos ancestrales.
La ubicación del santuario, construido sobre pilares de madera en una pequeña bahía interior, obedece a la idea de venerar a la deidad del mar. Su origen se remonta al siglo VI, aunque en 1168 fue reconstruido por Taira no Kiyomori, dándole su forma actual que recuerda a un embarcadero.

El elemento más llamativo del Santuario es el O-Torii o Gran Puerta que ya viéramos la noche anterior. Su ubicación a 200 metros delante de la entrada al santuario se debe al carácter sagrado de la isla. Como los profanos tenían prohibido pisarla, sólo podían acceder al santuario en barca pasando bajo la Gran Puerta.
Los 3 edificios principales (santuario, oratorio y edificio de las ofrendas) están alineados con el O-Torii, y delante se encuentra la plataforma donde se llevan a cabo las danzas ceremoniales.
No sé si fui la primera visitante del día pero sí tuve la gran suerte de tener el santuario para mí sola. Pasear por sus corredores en silencio con esa atmósfera que crea la luz del amanecer, mientras la isla comienza a despertar, permite respirar todo ese misticismo que lo ha rodeado desde sus orígenes. Este santuario es un lugar imprescindible que ver en Miyajima, y te aseguro que a solas impresiona.
Ahora sí, te dejo a solas a ti también con el Santuario de Itsukushima.







El Santuario de Itsukushima abre todos los días del año de 6:30 a 18:00 (la hora de cierre depende de la temporada).
Precio: 300¥.
3- EL TEMPLO DAISHO-IN: DESCONOCIDO PERO IMPRESIONANTE
Se encuentra a los pies del Monte Misen y es uno de los templos más importantes del budismo Shingon. Su fundador, Kobo Daishi, fue quien introdujo el budismo en la isla de Miyajima.
Al llegar nos encontramos con la puerta Niomon, flanqueada por las estatuas de los guardianes Nio, encargados de preservar la filosofía budista en la Tierra y de alejar el mal. Nada más cruzarla hay que subir un tramo de escaleras que conducen a los edificios principales del templo. En el centro se encuentran unas ruedas de metal giratorias, son los sutras Dai-hannyakyo, que según la tradición budista traen fortuna a quien los toca.

Al llegar arriba nos encontramos con un complejo compuesto por diferentes edificios y estatuas de las divinidades ocultas entre la vegetación.
En el edificio Kannon-do se encuentra una estatua de Kannon, la diosa de la misericordia, y un mandala de arena hecho por monjes budistas del Tíbet.

En otro edificio, el Chokugan-do, se hallan 1000 imágenes de Fudo, los reyes inamovibles, o imágenes de las 33 reencarnaciones de la diosa Kannon.

Paseando por el recinto íbamos encontrando elementos de los ritos budistas como piletas con agua para purificarse o cajas para hacer ofrendas, así como estatuas de diferentes deidades, todo en perfecta sintonía con la naturaleza.

Un poco más adelante nos llamó la atención una imponente estatua con alas y una gran nariz. Se trata de Tengu, deidades a las que se atribuyen poderes sobrenaturales y que no pueden faltar en los lugares sagrados de las montañas.
A los pies del Tengu comenzaba un nuevo tramo de escaleras que conducen al edificio Maniden con las ruedas giratorias que contienen los sutras. Hacerlas girar equivale a leer sus inscripciones, recibiendo así las bendiciones que contienen.

Pero lo más llamativo que encontramos fue una escalinata flanqueada por 500 estatuas de piedra. Se trata de los discípulos de Shaka Nyorai, y todos tienen expresiones faciales diferentes. La imagen de ese mar de estatuas escondidas por la vegetación, con sus gorritos de lana en la cabeza, resultaba cuanto menos sobrecogedora.


Nos sorprendió que durante el tiempo que pasamos en el Daisho-in apenas encontramos visitantes. Tal vez sea un lugar menos conocido que el famoso Santuario de Itsukushima, pero sin duda igual de especial y uno de los mejores lugares que ver en Miyajima.
El Templo Daisho-in abre todos los días del año de 8:00 a 17:00.
La entrada es gratis
Miyajima, la Isla-Santuario, es sin duda un lugar imprescindible en cualquier viaje a Japón.
Aparte de la obligada visita al Santuario de Itsukushima con su gran icono, el O-Torii, merece la pena dedicar tiempo a descubrir templos escondidos como el Daisho-in o incluso perderse por los senderos que conducen al Monte Misen. Porque lejos de las hordas de visitantes que llegan cada día a la isla, Miyajima es un lugar pensado para disfrutar del relax y la paz de su excepcional entorno natural.
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