Pocas ciudades hacen suya la frase de “las apariencias engañan”, y es que no miento si digo que Kioto es una ciudad fea a simple vista. Pero hay muchísimas cosas que ver en Kioto. Con 17 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Kioto es una de las ciudades con más riqueza cultural del mundo.
Sólo hay que rascar un poco la superficie para encontrar la belleza de Kioto. Más de 1600 templos budistas y 400 santuarios sintoístas se esconden al pie de sus montañas, barrios como Gion y Pontocho guardan la esencia de una Geisha paseando por sus calles, y sus parques y jardines alcanzan perfección cuando los cerezos florecen o cuando llega el otoño.
Un pequeño santuario escondido en una calle, una torii, un canal cruzado por un puente o un pequeño estanque con carpas, son lugares que hacen detenerse al visitante y saborear esa belleza escondida.
Entre los años 794 y 1868, el emperador estableció aquí su residencia, convirtiendo a Kioto en la capital de Japón. Sin embargo, cuando en 1868 el emperador Meji trasladó la residencia de la Corte Imperial a Tokio, la ciudad quedó en un segundo plano.
A lo largo de los siglos Kioto fue destruida por guerras e incendios, pero gracias a su gran valor histórico, la ciudad se salvó de los bombardeos estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y dejó de figurar en la lista de objetivos potenciales de la bomba atómica.
Dicen que para ver todos los templos y santuarios de Kioto harían falta 6 meses dedicados en exclusiva a esta tarea. Evidentemente nosotros no disponíamos de tanto tiempo, así que nos tuvimos que conformar con hacer una pequeña selección de los más representativos, pero eso te lo cuento más adelante 😉
¿QUÉ VER EN KIOTO? LO QUE NO TE PUEDES PERDER EN LA ZONA ESTE
KIYOMIZU-DERA: EL TEMPLO DEL AGUA PURA
Para llegar al lugar que sería nuestra iniciación en el mundo de los templos, el Kiyomizu-dera, cogimos el autobús 202 delante de nuestro alojamiento hasta la parada Kiyomizu-michi.
Coger un autobús en Japón es un poco diferente a lo que estamos acostumbrados, pero sencillo en cuanto le coges el tranquillo. Lo primero que hay que saber es que se entra por la puerta trasera y se paga al salir. El conductor va anunciando las paradas por un micrófono, y a su vez aparecen en una pantalla situada en la parte delantera.
Las paradas cercanas a lugares turísticos se anuncian también en inglés, y el precio varía en función de la distancia recorrida, indicándolo también en la pantalla. Al bajar se introducen las monedas en una maquinita que hay al lado del conductor si tienes el dinero justo, si no, hay otra máquina que cambia los billetes de 1000 ¥ en monedas. Ojo, que esa es la cantidad máxima aceptada.
Al principio nos costó un poco descifrar la parada, así que tuvimos que preguntar al conductor para estar seguros. Nada más bajar nos encontramos con una callecita empinada flanqueada por las típicas casas japonesas. Un poco más arriba la calle se ensanchaba albergando multitud de tiendas de recuerdos y puestos de comida. La cantidad de gente también había aumentado, claro indicador de que estábamos cerca de un lugar importante.
Al final de la calle, una escalinata que conduce a una gran puerta roja y una pagoda dan la bienvenida a los visitantes al Kiyomizu-dera, el templo del agua pura.
Aunque los edificios actuales se construyeron en 1633, el templo se fundó en el año 778 en el emplazamiento de la cascada Otowa, tomando el nombre de las aguas puras que fluían por la colina.


Un poco más adelante nos encontramos con el edificio principal, cuya terraza de madera se levanta 13 metros por encima de la colina.
Hay una expresión popular japonesa que dice “saltar de la plataforma del Kiyomizu-dera”, y es que durante el Periodo Edo existía una tradición que decía que si una persona saltaba de la terraza y sobrevivía a la caída, sus deseos se cumplirían. Aunque parezca increíble, de los 234 saltos registrados, el 85% tuvieron un final feliz gracias a la extensa vegetación que amortiguaba las caídas.



En esta misma terraza se encuentra un enorme incensario en el que los visitantes queman varillas de incienso llamadas osenko, y luego atraen el humo hacia sí mismos porque según la creencia tiene poderes curativos.

En la base de la terraza fluye la cascada Otowa, cuyas aguas se han canalizado en tres fuentes. Se cree que cada una de ellas otorga diferentes beneficios a quien las bebe, como longevidad, salud y éxito en los estudios. Pero ojo ¡Quien beba de las tres será castigado por los dioses por codicioso!
Subiendo unas escaleritas se accede a un recinto sagrado llamado Jishu-jinja, dedicado a Okuninushino-Mikoto, el dios del amor y los buenos matrimonios. Allí sorprende ver 2 enormes piedras en el suelo, y es que dicen que quien consiga recorrer con los ojos cerrados los 18 metros que las separan, encontrará el amor. Se puede pedir ayuda a alguien, pero esto significará que necesitará la intercesión de otra persona para encontrar el amor verdadero.


Mientras esperábamos a que dejara de llover sentados bajo el techo del salón principal del Kiyomizu-dera y acompañados por el sonido metálico y casi místico de un enorme cuenco al ser golpeado, tratábamos de entender los entresijos de esta religión tan peculiar. Un mundo mágico lleno de dioses, leyendas, ritos y supersticiones que jamás llegaremos a comprender en toda su extensión.

El templo Kiyomizu-dera abre todos los días del año de 6:00 a 18:00.
Precio: 300 ¥
⛩ La religión en Japón
El Budismo y el Sintoismo son las dos religiones mayoritarias. Es difícil saber la cantidad de adeptos a una y otra, ya que muchos japoneses se declaran budistas y sintoístas a la vez. Normalmente para los ritos del nacimiento y el matrimonio eligen el shinto, y para los ritos funerarios el budismo.
El Sintoismo es una religión originaria de Japón, tan antigua como el propio país. Esta religión adora a los espíritus sagrados de la naturaleza, llamados kami, tales como el viento, el agua, las montañas, los ríos y la fertilidad. Los seres humanos se convierten en kami cuando mueren y son venerados por sus familias como kami ancestrales. Sin embargo el kami más importante es la diosa del Sol Amaterasu.
Los sintoístas tratan de vivir en armonía con los kami para disfrutar de su protección, y de mantener alejados a los espíritus malignos mediante ofrendas, oraciones y purificaciones.
Los santuarios sintoístas son fácilmente reconocibles porque antes de entrar hay que cruzar un torii, es decir, la puerta que separa el espacio sagrado del profano.
Otros ritos propios del sintoísmo (aunque también los hemos visto en templos budistas) son la purificación mediante “cacitos” con los que se coge agua de unas piletas, y escribir deseos o plegarias en unas tablillas de madera llamadas ema que se dejan colgadas en el santuario.
El Budismo en cambio llegó a Japón en el siglo VI procedente de China y Corea, y casi desde el principio ha coexistido armoniosamente con el Sintoismo, llegando a complementarse.
HIGASHIYAMA, UN BARRIO CON ENCANTO PROPIO
El distrito de Higashiyama es uno de esos lugares que tienes que ver en Kioto. Allí se ubican varios templos como el Kiyomizu-dera, que acabábamos de ver, y el Kodai-ji, al que dirigíamos nuestros pasos. Entre medias descubrimos calles que aún preservan el sabor del antiguo Kioto.
Los negocios conservan el diseño original, y en su interior se puede comprar artesanía o degustar especialidades locales. Una oferta tentadora, pero aún era temprano y nos quedaba mucho por ver.




El templo budista Kodai-ji, fue mandado construir en 1606 en memoria de Toyotomi Hideyoshi (un personaje histórico de Japón) por su mujer Nene.
En el extenso recinto se encuentra el mausoleo de ambos, dos casas de té, un pequeño bosque de bambús en lo alto de una colina y unos jardines diseñados por el famoso paisajista Kobori Enshu.
Nos extrañó no encontrar muchos visitantes en este templo, lo cual hizo que disfrutáramos mucho más el paseo.



El templo Kodai-ji abre todos los días de 9:30 a 18:00.
El precio es de 600 ¥ si se visita en solitario (incluye el museo) y 900 ¥ junto con el cercano templo Entoku-in.
A la salida nos llamó la atención que en la calle que separa el Kodai-ji y el Entoku-in, se puede hacer una especie de “ruta de los budas” en la que a cada intervalo se puede encontrar una figura diferente en la que pedir un deseo.

Después de comer en un restaurante típico japonés (en el que incluso nos tuvimos que descalzar) pusimos rumbo hacia el parque Maruyama, que en primavera se convierte en el principal punto de observación de los cerezos en flor. Justo en la entrada del parque se encuentra el santuario sintoísta Yasaka-jinja, conocido por su festival de verano, el Gion Matsuri, que se celebra cada mes de julio.

Al encontrarse muy cerca del distrito de Gion estaba bastante animado a esas horas, pero lo que nos llamó la atención fue otro de esos rituales que los japoneses practican con devoción: delante del edificio de las ofrendas lanzaban una moneda en la caja, hacían dos reverencias, daban dos palmadas y volvían a hacer otra reverencia mientras rezaban unos segundos.
Posteriormente hacían sonar el cascabel para llamar la atención del kami… ¿curioso, no?

GION, EL BARRIO DE LAS GEISHAS
Cruzando la calle llegamos al mítico Gion (pronunciado guión), el barrio de geishas por excelencia. Lo que no sabíamos es que Gion también es un popular barrio de ocio repleto de locales nocturnos, por lo que no nos encajaba con la imagen que teníamos en mente.
Y es que para intentar retratar a una geisha (geiko en japonés) o maiko, lo mejor es dirigirse a las calles Hanami-koji y Shimbashi-dori, repletas de casa de té y locales exclusivos en los que las geishas y sus aprendices (maikos) ofrecen sus servicios. Pese a la idea equivocada que nos ha dado el cine, no hay que olvidar que una geisha no es una prostituta, sino una profesional del entretenimiento versada en el canto, la danza y otras artes tradicionales japonesas.
Las aspirantes a geisha en Kioto viven en unas casas especiales llamadas okiya en los distritos de geishas. Normalmente empiezan su formación a los 15 años, recibiendo una estricta educación en varias disciplinas artísticas. Las que demuestran mayor talento se convierten en maikos, y años después en geishas.
Pese a que en 1920 la cantidad de geishas rondaba las 80.000, hoy en día su número ha decrecido bastante. Encontrarse con una auténtica geisha por la calle no es tarea fácil, y más teniendo en cuenta que muchos estudios de fotografía ofrecen la posibilidad a las turistas (japonesas y occidentales) de vestirse y maquillarse como una geisha o maiko, así que posiblemente muchas de las que veas sean falsas.
Si la suerte no está de tu lado, como fue nuestro caso, siempre te quedará dar un paseo al atardecer por Simbashi-dori y Shirakawa, la que dicen es una de las calles más hermosas de Japón y uno de los lugares imprescindibles que ver en Kioto.
Y no seremos nosotros quienes digamos lo contrario…que ver en Kioto



¿YA SABES QUÉ VER EN KIOTO?
ESTO TE PUEDE INTERESAR 👌🏻
🛏 Busca el alojamiento más barato y más chulo de Kioto AQUÍ
📷 Reserva las mejores excursiones y visitas guiadas en Kioto AQUÍ
🚗 Reserva los traslados al aeropuerto AQUÍ ¡Y no te compliques la vida!
🏥 5% de descuento en tu seguro de viajes con cobertura frente al COVID-19 AQUÍ
📱 5% de descuento en tu tarjeta SIM para tener llamadas en internet en todo momento AQUÍ
👉🏻 ¡No te pierdas nuestra guía de viaje a Japón en 15 días!
- Curiosidades de Japón: los efectos secundarios
- ¿Qué ver en Kioto? La zona este: el templo Kiyomizudera – Higashiyama – Gion
- El norte de Kioto: el templo Kinkakuji – Ryoanji – bosque de bambú de Arashiyama
- Qué ver en Nara, la ciudad de los ciervos
- Fushimi Inari-Taisha, el santuario de las mil puertas
- Lo mejor del centro de Kioto: el castillo Nijo – Pontocho – mercado Nishiki
- El castillo de Himeji: ¡No verás otro igual en Japón!
- Qué ver en Miyajima, la isla más especial de Japón
- ¿Qué ver en Hiroshima?La zona cero
- ¿Qué hacer en Kobe a parte de comer carne de Kobe?
- La increíble experiencia de alojarse en un templo budista en Koyasan
- ¿Qué ver en Kanazawa?
- Qué ver en Shirakawago, una aldea tradicional en el corazón de los Alpes Japoneses
- ¿Qué ver en Kamakura?Una excursión imprescindible desde Tokio
- Los barrios más chulos que ver en Tokio: Harajuku – Akihabara – Shinjuku – Shibuya
- Asakusa y Odaiba, 2 barrios de Tokio para viajar en el tiempo
- La magia de Tokyo Disneyland
- Información y consejos para planificar tu viaje a Japón
- Guía de alojamientos en Japón
- ¿Qué hacer en Japón? 10 momentazos que deberías vivir
Deja un comentario