Si hay algo fascinante de Tokio es que nos permite viajar en el tiempo. Tokio es como una inmensa máquina del tiempo en la que podemos retroceder siglos atrás hasta el Japón más ancestral, volver al presente, y adelantarnos en el tiempo para ver retazos del futuro. Y todo en un mismo día. Caminar por un templo del siglo VII en Asakusa por la mañana, y ver anochecer en Odaiba, un barrio futurista con los últimos adelantos tecnológicos. Disfrutar de costumbres ancestrales como el baño en el onsen, y adivinar cómo será un futuro no muy lejano viendo robots y androides de aspecto casi humano.
Así se podría definir nuestro penúltimo día en Japón, como una montaña rusa de saltos en el tiempo.
ASAKUSA, UN BARRIO ANCLADO EN EL PASADO
Asakusa es el centro del shitamachi de Tokio, literalmente “la ciudad baja”. Es un distrito en el que se respira la atmósfera de siglos pasados. Un superviviente en la ciudad que camina hacia el futuro a pasos agigantados.
Cuenta la leyenda que en el año 628 dos pescadores encontraron una estatua de la diosa Kannon en las aguas del río Sumida, y aunque la devolvieron al río, la estatua siempre retornaba a ellos. Fue entonces cuando decidieron construir un templo que la cobijara. Se trata del templo budista Senso-ji, cuya construcción finalizó en el año 645, convirtiéndose en el templo más antiguo y popular de Tokio.

Antes de acceder al recinto del templo es inevitable pasar bajo la puerta Kaminari-mon o Puerta del Trueno. Todo un símbolo de Asakusa y de Tokio.
Inmediatamente después nos vemos sumergidos en una bulliciosa calle comercial que conduce hasta la segunda puerta del templo. Se trata de la centenaria calle Nakamise, en la que a lo largo de sus 200 metros se pueden encontrar toda clase de souvenirs japoneses, productos de artesanía del periodo Edo, y puestos de comida que ofrecen las especialidades locales. Sin duda un buen lugar para comprar recuerdos.


Dejando atrás la marea de gente llegamos al recinto principal del templo, con su inconfundible pagoda de 5 pisos y el pabellón principal que alberga la estatua de Kannon, diosa de la misericordia.


El templo Senso-ji abre ininterrumpidamente todos los días del año, excepto el pabellón principal que abre de 6:00 a 17:00 (desde las 6:30 de Octubre a Marzo)
La entrada es gratis
Las tiendas de la calle Nakamise suelen abrir de 9:00 a 19:00
Asakusa conserva reminiscencias de su pasado como principal distrito del ocio de Japón, no en vano era el lugar en el que se emplazaban los teatros de Kabuki y el barrio rojo durante el Periodo Edo (de 1603 hasta 1867). Aunque se puede recorrer fácilmente a pie, no faltan los ricksaws o “carros tirados por el hombre”, para quienes quieran visitarlo al estilo tradicional.
Muy cerca de allí, al otro lado del río Sumida, se ubica uno de los símbolos del Japón moderno, la Tokyo Sky Tree, desde la que se puede contemplar Tokio desde las alturas. De nuevo el Japón ancestral y el futurista se encuentran cara a cara.

Para llegar hasta la estación de Asakusa hay que coger el metro de la línea Ginza o Asakusa, o los trenes Tsukuba Express y Tobu.
ODAIBA ¡EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ!
Como era media mañana pusimos rumbo hacia la estación de Shimbashi (en las líneas Ginza y Asakusa), punto de partida del monorail sin conductor de la línea Yurikamome, otro de los prodigios de la tecnología. Este monorail es el principal medio de transporte para llegar a la bahía de Odaiba, aunque mirar como serpentea entre rascacielos y cruza por el puente Rainbow ya es una atracción en sí.
Odaiba es uno de los barrios más modernos de Tokio. Construido sobre unos terrenos ganados al mar, alberga museos, atracciones, observatorios como el del edificio Fuji TV y numerosos centros comerciales, siendo uno de los lugares de esparcimiento preferidos por los tokiotas.
En Odaiba no hay lugar para el aburrimiento, la oferta de ocio es tan amplia tanto para niños como para mayores, que harían falta varios días para verlo todo. En nuestro caso teníamos claros nuestros objetivos, y nuestra primera parada sería en el Museo Nacional de Ciencia e Innovación Emergentes.

También conocido como Miraikan, este museo recibe a los visitantes con un espacioso hall en el que destaca una inmensa bola del mundo colgada del techo. Cuenta con exhibiciones interactivas sobre ciencia, tecnología y exploración espacial, además de un planetario. En nuestra opinión está demasiado enfocado al público infantil, aunque quizás lo más interesante sean los androides de aspecto casi humano que interactúan con el público.

¿Te imaginas un mundo el que los humanos conviven con androides? Tal vez no sea ciencia ficción y el futuro esté más cerca de lo que pensamos…
El Museo Nacional de la Ciencia e Innovación Emergentes abre de 10:00 a 17:00 todos los días del año excepto los martes (cerrado del 28 de diciembre al 1 de enero)
El precio es de 620¥
Para llegar hay que coger el monorail de la línea Yurikamome hasta la parada Telecom Center.
Nuestro segundo objetivo a visitar en Odaiba era un onsen. Pero no un onsen cualquiera, y es que el Oedo Onsen es casi un parque de atracciones para el relax.
Nada más entrar hay que dejar los zapatos en unas taquillas como viene siendo costumbre en Japón. Luego te tienes que dirigir al mostrador en el que elegirás tu yukata para pasearte por el recinto, y te asignarán una pulsera electrónica para cargar todos tus gastos y pagar a la salida.
Porque el Oedo Onsen de Odaiba no sólo es especial porque canaliza aguas termales extraídas a 1400 metros de profundidad en la bahía de Tokio, sino que su interior está decorado cual poblado japonés del periodo Edo, con juegos y restaurantes para todos los gustos.

Pero la parte fundamental de todo onsen son los baños separados por sexos. Para ello tienes que ir a los vestuarios en los que dejarás la yukata y te darán una mini toalla que no es para taparse, sino para ponérsela mojada en la cabeza y así aumentar los efectos relajantes del baño.
El manual de uso de un onsen es sencillo: primero nos enjabonamos y aclaramos a conciencia en una especie de tocadores con ducha, y una vez limpios ya podemos dirigirnos las piletas de agua caliente.
Ya en el exterior podrás reunirte con tu pareja y terminar la jornada disfrutando juntos de un agradable baño de pies.

El Oedo Onsen Monogatari abre todos los días de 11:00 a 9:00, y hasta las 23:00 una vez al mes para su limpieza.
El precio es de 2480¥ de lunes a viernes (1980¥ a partir de las 18:00)
Hay un suplemento de 200¥ los fines de semana y festivos, y un suplemento nocturno de 2000¥ si se entra a partir de las 2 de la madrugada.
Para llegar hay que coger el monorail de la línea Yurikamome hasta la parada Telecom Center.
Al salir del onsen ya era de noche, el momento perfecto para ver la bahía de Tokio iluminada con su emblemático puente Rainbow o puente arcoíris. Pero antes de alcanzar nuestro destino un enorme robot de 18 metros de altura se interpuso en nuestro camino.

Se trata del robot Gundam, protagonista de una serie de anime del mismo nombre y que da la bienvenida al centro comercial Diver City Tokyo Plaza. Tal vez encontrar este tipo de cosas en cualquier otro lugar del mundo sería sorprendente, pero esto es Tokio, la ciudad en la que todo lo que puede imaginarse, puede crearse.
Si habíamos empezado el día en el pasado de Japón, lo terminaríamos en el futuro. El puente Rainbow con sus rascacielos iluminados de fondo, es la visión del futuro.
Un futuro, que en el caso de Tokio, ya es pasado…

Y si dispones de más tiempo para seguir descubriendo rincones de esta fantástica ciudad, no te pierdas esta guía de Tokyo en 5 días.
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