Dice el dicho popular que “no se ganó en una hora”, y es que viendo el enclave privilegiado sobre el que se asienta la ciudad vieja de Zamora, no cuesta nada creer que así fue. Precisamente los restos de estas antiguas murallas marcan el límite de la ciudad vieja, tan coqueta y accesible para recorrer a pie, que más bien parece un pueblo dentro de la ciudad. Y aún así, hay mucho que ver en Zamora.
¿Te vienes conmigo a descubrirla?
¿QUÉ VER EN ZAMORA?
Lo que más me sorprendió de Zamora es que en un espacio tan pequeño se concentre tal cantidad de iglesias románicas, 14 nada menos, que junto con las que se encuentran fuera de las murallas suman un total de 23.
No es sorprendente que Zamora sea la ciudad con mayor densidad de templos románicos no sólo de España…¡sino de Europa!
Paseando por sus estrechas calles aparecen diseminadas como por casualidad, las iglesias que le han dado fama. Suelen estar abiertas al público y la entrada es libre, así que no dejes de ver todas las que se crucen en tu camino. Su interior desprende belleza a pesar de la sobriedad con que fueron construidas.
No voy a citar los nombres de todas ellas para no aburrirte, pero sólo te diré que si me tuviera que quedar con una sería con la iglesia de San Cipriano.
Te podría dar razones como que data del siglo XI y es una de las más antiguas de la ciudad, pero la verdad es que me enamoró por su sencillez. La austeridad del románico no tiene nada que envidiar a las grandes catedrales góticas, y paseando por su interior en soledad y en penumbra, se puede sentir esa espiritualidad de los antiguos cristianos. Porque para comunicarse con Dios no hacen falta artificios.
La iglesia de San Cipriano es lo primero que veía al asomarme por la ventana. Me familiaricé tanto con ella que sé cómo cambia de color la piedra de sus muros en cada momento del día, y cada mañana me despertaba con el claqueo de la cigüeña que vive en su torre.
Y es que no sólo de iglesias románicas se compone Zamora, sino que los cientos de cigüeñas que han tomado posesión de sus campanarios se han convertido en otro habitante de la ciudad y un elemento más del paisaje urbano. Se podría decir que no hay iglesia sin su cigüeña ni cigüeña sin su iglesia.
Las cigüeñas son tan típicas como la Semana Santa zamorana. Porque si hay una fiesta que destaque sobre las demás es ésta. Más que una fiesta es un acontecimiento religioso, cultural y social que reúne a locales y visitantes. Son 17 las cofradías que salen a la calle para rememorar una tradición que lejos de pasar de moda, cada año atrae a más visitantes.
Sólo hace falta salir a la calle y observar los escaparates para darse cuenta del cariño y la importancia que tiene la Semana Santa para los zamoranos ¡Incluso hay un museo en su honor!
Aunque el encanto de Zamora reside en pasear por sus calles, vivir la ciudad, detenerse en alguno de sus miradores y degustar su estupenda gastronomía; ninguna visita estaría completa sin acercarse a ver la Catedral y el castillo.
La Catedral de El Salvador es inconfundible con su campanario cuadrado. Sin embargo lo que llama la atención y lo que la hace tan especial es su cúpula decorada a base de escamas, sin duda un elemento extraño para ser una catedral del siglo XII. Nosotros no llegamos a entrar porque en ese momento estaba cerrada a los visitantes, pero aún así merece la pena tomarse un momento para contemplarla sentados en cualquiera de los bancos de la plaza.
La Catedral abre todos los días de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 (desde el 1 de abril), aunque hay que respetar las horas de culto.
La entrada a la Catedral junto con el Museo Catedralicio y el Museo Diocesano es de 5 €. Lunes por la tarde gratis (excepto puentes y festivos)
Del castillo poco queda. El que fue un importante bastión defensivo durante la Edad Media es hoy día un conjunto de recintos en ruinas que nos hace pensar en el esplendor que tuvo en tiempos pasados. A pesar de todo es un lugar de visita obligada, principalmente para contemplar las vistas de la Catedral desde su torre.
En mi opinión, aún en ruinas este castillo desprende un magnetismo especial, como si no quisiera que olvidáramos el importante papel que desempeñó en la historia de España.
El castillo abre de martes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 (del 1 de abril al 30 de junio). Lunes cerrado.
La entrada es gratis, y el último acceso es 20 minutos antes del cierre.
Y qué mejor para terminar la ruta por Zamora que bajar hasta el río Duero cruzando por cualquiera de sus puentes. Sobre el río aún permanecen las aceñas, los antiguos molinos harineros del siglo X.
Al otro lado del Duero podrás contemplar la ciudad desde otra perspectiva, la misma que tuvieron sus numerosos asaltantes a lo largo de los siglos y que le hicieron ganarse esa fama de inexpugnable.
Más información sobre qué ver en Zamora en la página de turismo
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